La Bella y la Bestia: Cuentos viejos que nos llegan como nuevos

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Nunca se es demasiado viejo para disfrutar de la magia de los cuentos de hadas de Disney. Y para aquellos que creen esto como yo, este fin de semana llega a las pantallas la nueva versión de “La Bella y la Bestia”.

Desde hace unos años, Disney ha apostado a las películas live action, y tras éxitos como Maléfica y Cenicienta, en esta nueva versión nos presenta a Emma Watson y Dan Stevens contándonos cómo el amor vence a las apariencias y los prejuicios.

Belle gif

La historia de 1991 nos mostró a una Bella feminista, poco convencional, amante de los libros y de su libertad de decidir a quién amar y con quién estar; alguien que en definitiva no encajaba en el molde tradicional de las princesas Disney conocidas hasta ésa época. La nueva versión, lleva la historia un poco más allá. Bill Condon, el director, decidió dar un giro controversial (y no, no me refiero a hacer cantar a Emma Watson): Disney ha confirmado que el personaje de LeFou, fiel compañero de Gastón, e interpretado por Josh Gad, será el primer personaje gay (no, corrección, el primer personaje abiertamente gay) en el universo Disney.


La decisión de mostrar un personaje con estas características llega en medio de un clima de miedo y desamparo para la comunidad LGTBIQ que, sólo en Estados Unidos, ve con impotencia cómo sus derechos está siendo modificados y, en algunos casos, hasta revocados.

La apuesta de Disney por este cambio de mentalidad es maravillosa, aunque un poco tardía, ya que Bugs Bunny besaba hombres y se vestía de mujer desde 1940.

Bugs princess

Muchas generaciones crecimos sin conocer en las películas de Disney lo que era la homosexualidad, y ahora, tras años de ocultarla veladamente, deciden jugar esa carta en un momento crítico para el mundo en materia de derechos humanos. Como respuesta para fomentar la no discriminación y la inclusión, resulta una hermosa estrategia, pero me hubiera encantado verla mucho antes.

Recuerdo dos cosas de mi infancia: a mis amigos varones de la primaria que, por alguna razón que no entendía (y tampoco me importaba), querían jugar siempre a las muñecas y al salón de belleza en mi casa. Y segundo, a mi madre y a mis tías viéndonos jugar, viendo niños desfilar por la sala en tacones y perlas, y recibiéndolos cada día con galletas y limonada; sin juicios, sin regaños, sin preguntas ni miradas incómodas. La educación enfocada a la inclusión en mi caso llegó por fortuna de parte de mi familia, no de los medios ni de las películas infantiles.

Gaston Lafou

Una parte de mí se alegra de ver a las nuevas generaciones expuestas a verdades básicas de la vida, y con la naturalidad necesaria en la pantalla. Mientras que por otro lado, me entristece cuando la censura llega a lugares como Alabama, en donde ya hay cines que se han reusado a proyectar la película, bajo el alegato de “no comprometer lo que se enseña en la Biblia”; o en Malasia, donde se ha pedido que se censuren los segundos en los que se presentan las escenas de contenido homosexual.

Lefou

Ciertamente, esta versión causa revuelo aún antes de su estreno y promete de alguna manera modificar los estándares de Disney, así como marcar a un nueva generación con una visión diferente de las relaciones humanas, tal como en su momento lo hizo la versión de 1991, mostrando a una heroína más que a una damisela en apuros en búsqueda de un héroe.

Por su parte, Josh Gad, quien interpreta al controvertido personaje, aboga por un clima de inclusión como algo que “debe ofrecerse a todos”. Por mi parte, recuerdo al LeFou de la versión animada y debo decir que en ese entonces él ya era lo suficientemente gay para mí.

Veintiséis años después, ante la esperanza de un pequeño paso hacía la aceptación e inclusión en un medio destinado para niños, sólo puedo recordar a mis pequeños compañeros de juego y en cómo me hubiese gustado que al ir al cine en esos años pudiesen verse reflejados de alguna manera respetuosa y afectuosa en la pantalla. Porque, al final de todo, la homosexualidad en realidad es un cuento más viejo que el tiempo.

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Sobre el autor

Chio Talavera

Animalista, traductora, compulsiva y con alma pepenadora. Aprendió a temprana edad que "Wear yourself as an armor" es el mejor consejo que alguien puede recibir y vive el día a día sabiendo que aunque vague no está perdida.